Es posible que estos días estés enviando y recibiendo mensajes que acaban con un beso y un “disfruta de tus merecidas vacaciones”. Sí, te las mereces. Y si no aprendes a disfrutarlas, no habrán valido de nada. Relajar la mente tras un largo periodo de estrés no es tarea fácil. Vivimos con el pie puesto en el acelerador, mirando todos los retrovisores y nos olvidamos de focalizarnos en nosotros y en nuestro destino. El verano es el momento perfecto para echar el freno, recargar pilas,descansar y, volver a coger el mapa. Así que manda los mails reglamentarios -”un beso y disfruta de tus vacaciones”- y pon todo tu empeño en descansar y volver con más energía que nunca. En este post, te enseñamos cómo recargar las pilas -de verdad- en verano:
Saca de tu vida lo que no sea necesario
El calendario comienza el 1 de enero, pero la pausa de verano nos sirve para recargar las pilas y comenzar de nuevo. Y no puede hacerse sin un verdadero reinicio. Antes de marcharte, es importante que hagas algunos ejercicios en casa, a modo de ritual, que te servirán como terapia. Revisa tu despensa, tu armario y los objetos que tengas en casa. Deshecha lo que no necesites y vigila aquello que pueda estropearse. No se trata de tirar a la basura, también puedes buscarle una segunda vida a los objetos que no necesites llamando a amigas, vecinos o familiares. Puedes utilizar el método de Marie Kondo, tips minimalistas o acercarte a la disciplina que más te motive y se adapte a ti, lo importante es que te deshagas de aquello que te produce alguna incomodidad en tu casa -también, si puedes, en la oficina- para que no te encuentres con ello nada más volver de vacaciones y perturbe la paz con la que regreses. Te ahorrarás disgustos innecesarios.
Desconecta
Aprende a dejar en barbecho los conflictos que no puedas resolver. Aplícate el carpe diem y disfruta del momento. De nada sirve utilizar la cabeza como una centrifugadora, dando vueltas constantemente a los problemas que no está en tu mano solucionar. No se trata de ignorar las responsabilidades, sino de baremar y hacer balance e incluso, si puedes delegar. No pases tu tiempo libre torturándote.
Aprende a estar lejos del móvil y del ordenador. Incluso deberías sacrificar los selfies. Disfruta del tiempo que pasas con los tuyos y reservalo para vosotros. Reconcíliate con las conversaciones cara a cara. Una cosa es inmortalizar una fiesta y otra dedicar esa gran noche a buscar el mejor encuadre. Tu tiempo es para tí, y es importante recordarlo.
Yo, me, mí, conmigo
Durante el año es más que probable que dediques tiempo a todo el mundo menos a ti. Yoga, meditación, mindfulness, dedica un minuto de tus días a ser consciente del tiempo. El objetivo es que durante 60 segundos dediques tu atención a tu respiración y te evadas del resto, utilizando la respiración con el diafragma, no con los pulmones. Tampoco debes olvidar el cuidado físico. La ducha es un espacio muy favorable a estas actividades. Date un baño largo con sales perfumadas, aprovecha para hacerte una mascarilla facial, pasa una tarde cuidando tus uñas. Pueden parecer detalles superficiales, pero poner esmero en cuidarte es algo que agradecerás.
Imagina
Lee, disfruta de las nuevas series o de las de toda la vida, acércate a un cine al aire libre, disfruta de una tarde en el museo. ¿Hace cuánto que no lees con calma? ¿Que no te planteas nuevos sueños? Dedica todo este tiempo libre a aprender sobre tu autor favorito, date el capricho de esa novela que llevas tiempo deseando o pasear sin rumbo, soñando con una vida mágica alternativa, a buscar objetivos y nuevos retos.
Haz planes
Puede parecer bastante obvio, ¿verdad? Ahora piensa cuántas horas o cuántas tardes has pasado tumbado sin mover un dedo. Sí, es necesario y sí, de vez en cuando viene hasta bien, pero no puede ser una rutina. Algunos psicólogos recomiendan romper la rutina para provocar una especie de desestabilización positiva, como si encontraras el botón de ‘reset’. Distintos estudios han determinado que las experiencias aportan más felicidad que las posesiones. Atrévete a ese deporte de aventuras, a hacer esa escapada a algún lugar recóndito o a descubrir alguna ciudad que tengas en mente. Descubre un nuevo restaurante, acércate a la terraza más chic que encuentres, organiza una excursión y olvídate del ruido.
Haz deporte
En línea con el punto anterior, es muy importante que, pese al salir de la rutia, te mantengas activo. Si mantienes una rutina deportiva y un ritmo de actividad física -sea en gimnasio, en casa o al aire libre- genera endorfinas y no te sentirás culpable por esa copa de vino, ese helado delicioso. Lo importante no es el número de sentadillas, es mantenerse activo.
Si consigues poner en marcha estos pasos, volverás en septiembre con mejor ánimo que nunca. ¡Y con hambre para comerte el mundo!